07 Aug 2019 | Artículos
Nuestros Hijos en el Futuro
Para comprender los desafíos de la educación del futuro, es necesario considerar la complejidad del momento presente y señalar las presiones de cambios jamás vistos por los seres humanos.
Estamos viviendo revoluciones sin precedentes. La velocidad de los cambios es tan grande, que actualmente no sabemos cómo será el futuro, cómo sobreviviremos profesionalmente, de qué manera prepararemos a nuestros hijos para enfrentar los desafíos del 2050. No sabemos cómo será el mundo dentro de treinta años. Evaluaciones basadas en la historia reciente y en las realidades actuales aseguran que habrá más cambios durante los próximos treinta años que los que experimentamos en los últimos doscientos.
La velocidad en la que ellos ocurren es tan asustadora que podemos sentirnos paralizados ante los nuevos caminos desconocidos.
Hace doscientos años no teníamos radio ni televisión y había muy poco acceso a las bibliotecas públicas. Por eso, en el pasado, ofrecer información en el contexto educativo era de extrema importancia. Hoy por hoy ya no lo es. No faltan informaciones que llegan de todas partes, todo el tiempo. Priorizarlas para los alumnos es, en los procesos educativos del presente, claramente innecesario. Ya disponen de ellas en exceso. No existe ninguna garantía de que los contenidos que actualmente se ofrecen a los niños puedan tener algún tipo de utilidad en el 2050.
Por otra parte, la mayoría de las escuelas aún concede prioridad a las competencias técnicas, a la razón lógico-matemática, a la lingüística y a la memoria. No estamos considerando el desarrollo de nuevos códigos y aplicaciones lógicas, creadas para cálculos, así como tampoco a los “traductores” que harán posible, más rápido de lo que imaginamos, la comunicación en todos los idiomas. La aceleración del cambio es tan grande y radical que prevemos cambios no solo en la economía y en el trabajo, sino también en la propia naturaleza humana. Las estructuras psíquicas y cognitivas podrán cambiar y, en consecuencia, el sentir, el pensar y el actuar en el mundo. La biotecnología, la cibernética y los implantes modificarán nuestro cuerpo y viviremos nuevas experiencias sensoriales. La educación de hoy no puede ignorar este tsunami de cambios.